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El cóctel más peligroso: lo que no te cuentan sobre alcohol y cocaína

En el ámbito de las adicciones, persisten muchos mitos que pueden tener consecuencias trágicas. Uno de los más extendidos es la falsa creencia de que la cocaína puede “compensar” o contrarrestar los efectos indeseados del alcohol. Esta idea errónea lleva a muchas personas a consumir ambas sustancias de forma conjunta, creyendo que así mantienen el control. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Una combinación que no anula los efectos, los potencia

Es cierto que la cocaína, como estimulante del sistema nervioso central (SNC), puede enmascarar temporalmente la sensación de sedación que provoca el alcohol, un depresor del SNC. El resultado es una peligrosa ilusión de sobriedad. Quien consume ambas sustancias puede sentirse más despierto o alerta, pero sus capacidades psicomotoras y de juicio siguen igual o más deterioradas que si hubiera consumido solo alcohol.

Por otro lado, el alcohol también afecta la forma en que se experimentan los efectos de la cocaína: reduce la tensión y la hipervigilancia asociadas a esta droga, prolongando la euforia. Esto refuerza aún más el consumo conjunto, aumentando la probabilidad de abuso y adicción.

El cocaetileno: un metabolito altamente tóxico

Cuando el alcohol y la cocaína se metabolizan juntos en el cuerpo, generan una sustancia llamada cocaetileno, un compuesto especialmente tóxico para el hígado y con efectos devastadores sobre el organismo.

Se ha demostrado que el cocaetileno tiene una capacidad letal hasta 18 veces superior a la de la cocaína o el alcohol por separado. Este metabolito aumenta el riesgo de muerte súbita y agrava el daño en distintos órganos.

Consecuencias físicas de esta combinación:

  • Hipertensión arterial
  • Infartos de miocardio
  • Accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales)
  • Arritmias cardíacas
  • Convulsiones
  • Daño hepático grave (destrucción de células hepáticas)

Efectos psicológicos y aumento del riesgo de adicción

Además del daño físico, el consumo conjunto de alcohol y cocaína tiene importantes consecuencias psicológicas. La más peligrosa es la falsa sensación de control, que lleva al consumidor a subestimar los efectos de ambas sustancias y, por tanto, a aumentar las dosis consumidas.

Este patrón de uso elevado y sostenido en el tiempo incrementa significativamente el riesgo de desarrollar una adicción. El refuerzo cruzado entre ambas sustancias también hace que el proceso de desintoxicación sea más complejo.

Mayor riesgo de recaída durante la recuperación

En procesos de tratamiento y desintoxicación, esta combinación plantea un reto adicional: el riesgo elevado de recaída. Durante la abstinencia, la simple exposición a recuerdos o contextos asociados al consumo de cocaína puede disparar un deseo intenso e incontrolable de volver a consumir.

En el caso del alcohol, su disponibilidad legal y la normalización social de su consumo representan un obstáculo importante para quienes están en proceso de recuperación. El contacto diario con esta sustancia puede ser un detonante emocional o psicológico que facilite la recaída.

Una falsa solución que empeora el problema

Lejos de equilibrarse mutuamente, el alcohol y la cocaína forman una combinación extremadamente tóxica y adictiva. No solo aumentan los riesgos físicos de forma exponencial, sino que también comprometen gravemente la salud mental, dificultan el tratamiento y aumentan la probabilidad de recaídas.

Es fundamental romper con los mitos que rodean el consumo de sustancias y fomentar una información veraz basada en evidencia científica. Desde Forum Girona, seguimos trabajando en la prevención, la concienciación y el acompañamiento de las personas afectadas por el consumo de drogas.

Un estudio reciente (2025) de la UCLM y la UNED demuestra que el cerebro sufre mucho más daño al combinarse cocaína y alcohol, especialmente en áreas clave como la amígdala, con efectos devastadores en el control emocional y los hábitos de sueño Cadena SER.

Según el hepatólogo Ramon Bataller, esta combinación es “explosiva para el organismo”, especialmente entre jóvenes, quienes están desarrollando enfermedades hepáticas y cardíacas prematuras por su uso conjunto El País.

Investigaciones académicas también avalan que el metabolito que se forma —cocaetileno— es por sí mismo altamente tóxico, multiplicando el daño metabólico e intensificando la adicción. ResearchGate.

Primera edición septiembre 2019, última revisión: Septiembre 2025