Es habitual asociar la adicción a una sustancia, sin embargo, las adicciones pueden ir más allá y la realidad es que podemos ser adictos a prácticamente cualquier cosa.
Las adicciones que no implican el consumo de una sustancia son conocidadas como adicciones conductuales.
¿Qué es una adicción?
Una adicción es un trastorno psicológico que implica una gran necesidad de consumir cierta sustancia o de realizar ciertas acciones.
Cuando no puede hacerlo, manifiesta el denominado síndrome de abstinencia, un síndrome caracterizado, normalmente, por síntomas opuestos a los que produciría la sustancia o el objeto en cuestión.
Es decir, si el alcohol, por ejemplo, nos produce síntomas “depresivos”, el síndrome de abstinencia al mismo nos causará los síntomas opuestos: sobreexcitación, nerviosismo… pero en un nivel de intensidad muy molesto para el individuo.
La adicción implica dos síntomas básicos: dependencia de la sustancia o el objeto en cuestión (la persona lo “necesita”) y consumo excesivo del mismo. Este consumo (o sobreconsumo) puede llegar a ser muy perjudicial para la persona, a nivel de salud.
De esta forma, y de forma muy genérica, podemos diferenciar dos grandes grupos de adicciones:
- Las adicciones con sustancia (generalmente una sustancia química, como el alcohol, la cocaína, el cannabis…
- Las adicciones sin sustancia (las adicciones conductuales, como por ejemplo la adicción a las compras, a las apuestas o al sexo).
Síntomas de las adicciones conductuales
La característica principal de las adicciones sin sustancia es que lo que crea la adicción no es una sustancia, sino un objeto, una acción, un producto, etc. A continuación hacemos referencia a algunas de las adicciones comportamentales más vigentes en la actualidad.
Adicción a los videojuegos
Esta primera de las adicciones conductuales, aún no se considera un diagnóstico oficial, y se ha incluido en la Sección III del DSM-5, en el apartado “Condiciones para más estudios en el futuro”, con el nombre “Internet gaming disorder” o “Trastornos por juegos de internet”.
Según la CIE-11, se puede diagnosticar el trastorno por uso de videojuegos cuando, durante un periodo de al menos 12 meses, se muestra un comportamiento caracterizado por la pérdida del control sobre el tiempo que se pasa jugando, la mayor prioridad que adquiere el juego frente a otros intereses y actividades y la continuación de esta conducta a pesar de sus consecuencias negativas.
Juego patológico
El juego patológico es otra de las adicciones conductuales, contempladas en el propio DSM-5. Esta patología, en el DSM-IV-TR, era incluida en los Trastornos por control de impulsos, pero con la llegada de la la nueva edición del Manual, pasa a considerarse un trastorno adictivo (sin sustancia), al observarse sus grandes similitudes con las adicciones con sustancia (dependencia, tolerancia y abstinencia).
Así, el juego patológico se caracteriza por implicar un comportamiento de juego desadaptativo y persistente, unido a síntomas de deterioro y estrés en la vida del individuo.
Además, aparecen otro tipo de síntomas (que duran al menos 1 año), tales como: engaños a la propia familia para ocultar el grado de implicación con el juego, preocupación por el mismo, intentos de recuperar el dinero perdido al día siguiente, fracaso por controlar o detener el juego, inquietud o irritabilidad cuando se intenta interrumpir el juego, etc.
Este trastorno aparece en el 0,2-0,3% de la población general adulta, y sus tasas son mayores en adolescentes y estudiantes universitarios.
Adicción a Internet
Aunque la adicción a Internet (o la adicción a las nuevas tecnologías virtuales en su conjunto) no se incluya como un trastorno en el DSM-5, sí que es cierto que, dada la evidencia empírica, podríamos considerarla otra de las adicciones conductuales más prevalentes en la actualidad.
Es una realidad el hecho de que cada vez más niños/as y adolescentes (y también adultos) son adictos a Internet, a las redes sociales, a las nuevas tecnologías, etc. Esta adicción se traduce en una necesidad constante de consultar Internet y/o las redes sociales, de no desengancharse de los teléfonos móviles en todo el día, etc.
Es decir, aparece un consumo excesivo de las nuevas tecnologías y una inquietud asociada ante el hecho de no poder utilizarlas.
El problema más grave de ese tipo de alteración es que aparecen otras problemáticas asociadas a dicha adicción, tales como: problemas familiares, trastornos de conducta, baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria, etc.
Otras adicciones conductuales
Hemos visto algunas de las adicciones conductuales (las más conocidas), sin embargo existen muchas más, como por ejemplo: la adicción al sexo, la adicción a las compras…
Estén o no incluidas en el DSM-5, es una realidad innegable el hecho de que estas adicciones aparezcan en gran parte de la población, o si más no, conductas adictivas que podrían constituir un problema grave al interferir en la vida diaria de la persona.
Estas adicciones comparten características comunes, tales como un consumo excesivo, una dependencia, y un malestar asociado ante la imposibilidad de consumir el objeto de deseo / el objeto adictivo.
Tratamiento adicción conductual
En relación al tratamiento de las adicciones conductuales, cada tratamiento deberá adaptarse a cada caso en concreto, porque cada persona manifestará sus propios síntomas y problemáticas añadidas.
Sin embargo podemos hablar de las opciones terapéuticas que se utilizamos y que son eficaces en el caso de este tipo de adicciones.
- Terapia cognitivo conductual: con técnicas como la exposición con prevención de respuesta (muy utilizada en el juego patológico).
- Terapia cognitiva: con técnicas como la reestructuración cognitiva, la relajación, etc.
- Terapia farmacológica: con la prescripción de ansiolíticos y antidepresivos.
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