La respuesta es clara y contundente: sí. El consumo de drogas afecta de una manera u otra, tarde o temprano, al funcionamiento del cerebro y lo hace de manera negativa.
Los datos señalan que cada año más de 20.000 personas mueren prematuramente como consecuencia del consumo excesivo de alcohol. Pero, ¿qué pasa con el resto de drogas?
Cada año ingresan en los hospitales españoles más de 4.000 personas por psicosis producidas por todo tipo de drogas y la tendencia va en aumento.
Existe un buen número de investigaciones que apoyan la idea de un deterioro profundo asociado al consumo frecuente de drogas. Además, hay un punto a partir del cual el impacto de este consumo parece muy difícil de revertir, por mucho que se interrumpa de manera indefinida dicho consumo.
¿Por qué se consumen drogas?
No es fácil responder, de hecho sería imposible aglutinar todos los casos en una única causa. Es verdad que hoy existe una auténtica preocupación social sobre la que impera un gran desconocimiento, también social.
El consumo frecuente e intenso de drogas produce un impacto sobre el organismo para el que no está preparado. Por otro lado, no podemos aislar estas sustancias de uso recreativo de la sociedad que ha posibilitado la explosión de su consumo. En muchis casos, el entorno social no solo aparece como facilitador, sino también como motivador, normalizando o desvirtuando los efectos negativos del consumo o intensificando los problemas de los que la persona se quiere evadir.
¿Cómo se produce el deterioro cognitivo asociado al consumo de drogas?
El consumo abusivo de drogas puede generar alteraciones morfológicas en la estructura del cerebro. Estas alteraciones morfológicas tienen los siguientes efectos:
• Pérdida de volumen cerebral.
• Reducciones del porcentaje de materia gris.
• Reducciones del volumen del fluido cerebroespinal ventricular.
• Ensanchamientos del espacio pericortical y de ambos ventrículos laterales.
• Disminución del tamaño de las neuronas.
• Muerte neuronal.
• Atrofia cerebral.
También se pueden producir efectos nocivos a través de la reorganización metabólica de los circuitos de conectividad sináptica. Esta reorganización metabólica se produce como consecuencia de los procesos de tolerancia, abstinencia y deshabituación.
Estos procesos, comunes en todas las adicciones, provocan adaptaciones bioquímicas en los sistemas de proyección de la dopamina, serotonina y noradrenalina. Estos neurotransmisores interaccionan con los receptores del glutamato, pudiendo bloquear los mecanismos de potenciación y depresión a largo plazo en el hipocampo y núcleo accumbens.
Por último, pueden provocar alteraciones en la vascularización cerebral, vasoconstricción, hemorragia cerebral parenquimal y subaracnoidea e infarto cerebral isquémico. Parece, pues, que no son pocas las consecuencias negativas del abuso de sustancias ¿verdad?
¿Qué dicen los estudios sobre el deterioro cognitivo asociado al consumo de drogas?
El deterioro cognitivo asociado al consumo de drogas es una realidad. Pero, ¿cómo afecta el consumo de drogas al rendimiento cognitivo?
En lo que se refiere a la memoria, las personas que consumen más consumo alcohol y de cannabis, y menos con la cocaína, presentan un mayor déficit en la memoria de trabajo respecto a la memoria inmediata. A mayor duración del consumo, mayor impacto sobre la memoria de trabajo.
En cuanto a las funciones ejecutivas, los pacientes con una mayor duración de consumo de cannabis y alcohol presentan una peor capacidad a la interferencia. Esto significa que muestran una menor inhibición a las respuestas automáticas.
También se observa que poseen una atención alterante disminuida, necesitando más tiempo para realizar actividades que requieren un pensamiento lógico y secuencial. Sin embargo, muestran más conservada la fluidez verbal en el ámbito fonológico respecto al resto de tipos de consumo.
Como vemos, el consumo de drogas desencadena cambios neuropsicológicos y neuroanatómicos. Estos cambios a su vez producen una neuroadaptación funcional en las funciones cognitivas, motivacionales, conductuales y emocionales que influyen en el funcionamiento psicosocial diario y en la calidad de vida de las personas dependientes de sustancias.